La lucha contra el cambio climático se ha vuelto el eje del desarrollo del sector de la energía. El objetivo de cero emisiones en 2050 hace pivotar la estrategia energética mundial. Sin embargo, no todos los países comienzan este proceso desde el mismo punto de partida. En las próximas décadas la mayor parte de las emisiones del mundo provendrán de países con economías hoy emergentes, que conforme crecen se industrializan, urbanizan y electrifican. En su informe datado en junio de 2021 la AIE centra su análisis en la necesidad de fomentar las inversiones en energías limpias en estos países y recomienda mecanismos de incentivación.
Desde la redacción de la newsletter de HES hemos querido acercar a nuestros lectores este relevante informe de la AIE y extraer sus principales conclusiones.
En su informe, la AIE analiza 3 escenarios distintos en función del desarrollo de los objetivos energéticos:La transición energética necesita de una ingente cantidad de inversión. En el caso de los países en desarrollo (economías emergentes) las necesidades son proporcionalmente mayores y el esfuerzo económico está lejos de sus posibilidades. Estas economías emergentes son hogar de dos tercios de la población mundial, en tanto que solo un tercio de la inversión global en energía se destina a ellos. Esta cifra se reduce a un 20% cuando hablamos de inversión en energías limpias.
En su informe, la AIE analiza 3 escenarios distintos en función del desarrollo de los objetivos energéticos:
- Escenario de Emisión Neta Cero (ZNE): donde todos los países llegan al objetivo de cero emisiones de CO2 en 2050, con las economías desarrolladas alcanzándolo antes de esta fecha.
- Escenario de Desarrollo Disponible (SDS). Este escenario prevé el acceso universal a la energía en 2030, el objetivo de cero emisiones en 2050 para los países desarrollados, 2060 para China y 2070 para las EMDEs (Emerging Market and Developing Economies).
- STEPS (Stated Policies Scenario): este escenario es tendencial y no alcanza el objetivio 2050. Señala la situación de partida, el marco inicial, condiciones y políticas actuales incluyendo el impacto de la covid-19. Este escenario ofrece una evaluación de la dirección en la que se encuentran los sistemas energéticos globales actuales y permite la comparación con los ZNE and SDS.
Según estos escenarios la AIE ofrece una visión de las inversiones que son necesarias en los países con economías emergentes para estar en estos escenarios entre 2026 y 2030.
Según los escenarios planteados por la AIE, la inversión en los países EMDEs debe aumentar significativamente para alcanzar los objetivos climáticos. Será primordial la inversión en generación limpia, sin embargo, también será muy necesario el aumento de la inversión en infraestructura eléctrica, cuyo estado actual no permitirá la electrificación de las tecnologías de generación limpia. La eficiencia energética será, como en el resto del mundo, un vector esencial en el cambio deseado. A modo de ejemplo, para el escenario SDS se necesitará aproximadamente triplicar la inversión en las energías renovables y en las redes eléctricas, mientras que se precisará disminuir inversiones en petróleo, aumentar ligeramente la inversión en gas natural (cuya eficiencia e impacto medioambiental tiene un amplio rango de mejora) e invertir en combustibles bajos en carbono.
Además, dependiendo del área de inversión, la AIE señala factores clave para el éxito de estos programas de inversiones:
- Las inversiones en renovables son las que concentraran más recursos. La eficacia de las inversiones dependerá de la elección de la fuente (solar o eólica) según los recursos locales, del desarrollo de las cadenas de suministro del país, coste del terreno y el nivel de infraestructura de transmisión, etc.
El desarrollo de la generación renovable encontrara especial dificultad en los países cuya economía se basa en la exportación de combustibles fósiles. Dado su privilegiado acceso a esta fuente de energía, la mayoría de estos países no cuentan con políticas de fomento de renovables. La AIE, destaca el rol que las compañías extractoras (muchas de ellas dueñas de recursos renovables) deben jugar en la transformación de estos países.
- Las redes eléctricas son la columna vertebral del futuro energético. Las inversiones en ellas serán también muy relevantes. La nueva red no solo debe ajustarse al crecimiento de la demanda (con una creciente electrificación de la población) sino que también deberán estar preparadas para la integración de las renovables.
Actualmente la mayoría de estos países cuentan con infraestructuras obsoletas, gestionadas como servicios públicos estatales, financiados por los gobiernos y operados como monopolios integrados verticalmente.
Para atraer la inversión privada hacia estas iniciativas, una completa nueva regulación será necesaria. La AIE recomienda modelos como tipo BOOT (“Build, Own, Operate and Transfer”). En este modelo de desarrollo, una empresa privada obtiene durante un periodo una concesión que le permite, invertir y financiar la extensión de red que será operada durante 20-25 años para luego cederlas a la autoridad concedente.
En este ámbito también se recomienda el fomento de “Smart grids”, que pueden permitir una electrificación de zonas inconexas. En este entorno se recomienda crear un marco regulatorio que ordene el desarrollo descentralizado permitiendo la futura integración de estas.
- Eficiencia energética y sustitución de combustibles fósiles En transiciones energéticas rápidas, como es el caso, no habrá que despreciar las mejoras en el uso de los combustibles fósiles. La inversión en este ámbito debe dedicarse a la mejora de la eficiencia de sus tecnologías y la reducción de las emisiones.
Una opción recomendada para la sustitución paulatina de los combustibles fósiles son los combustibles bajos en carbón. La inversión en ellos debe estudiar las condiciones locales para evaluar la viabilidad los proyectos. Se recomiendan tecnologías como producción de biogas, la producción de hidrogeno o biodiésel mediante aceite vegetal tratado con hidrógeno (HVO)…
Es claro que la transformación energética es un factor clave en la lucha contra el cambio climático. El cambio energético de los países emergentes es esencial para alcanzar los objetivos mundiales. Las necesidades de inversión en estos países son enormes y desproporcionada a sus recursos. Lo que nos lleva a la necesidad de crear una solidaridad real entre países ricos y en desarrollo. Por último, la vía eficiente para acometer estas inversiones será la iniciativa privada (subvencionada a través de políticas de desarrollo).
Queda por aclarar como atraer los capitales necesarios a estos países para llevar a cabo esta masiva transformación energética. Especialmente considerando la limitada seguridad jurídica de algunos de ellos y que, en cualquier caso, la mayoría no cuenta con políticas reguladoras y marcos jurídicos que fomenten esta inversión.
En definitiva, la tarea está claramente definida, ahora solo falta la ejecución. De nuestra capacidad de implementación de estas políticas depende en gran parte el futuro de nuestro mundo.
Guillermo Llanos