Tras la firma del Acuerdo europeo en París en diciembre de 2019, el Gobierno francés solicitó a RTE, en ejercicio de sus atribuciones, el lanzamiento de un estudio a gran escala sobre la evolución del sistema eléctrico. El estudio, denominado “Energy Futures 2050[1]”. Debía contemplar aspectos técnicos, económicos, un análisis medioambiental y tener en consideración aspectos sociales, de los diferentes escenarios posibles para alcanzar la neutralidad del carbono en 2050.
El pasado 25 de octubre, después de la consulta pública a más de 4.000 organizaciones y particulares, RTE presentó “los principales resultados” de su estudio prospectivo. Bueno, en realidad solo presento el aperitivo.
Una visión general de lo que hay en el menú de aquí a 2050.
En su trayectoria de descarbonización, el Gobierno francés tomo el compromiso de reducir el consumo energético nacional en un 40% (de 1.600 TWh a 930 TWh) en treinta años. Con respecto a este objetivo, RTE apostilla en su informe que solo se podrá conseguir apostando por la eficiencia energética y la sobriedad. Y que, pese a que la reducción del consumo ayudará a la descarbonización, esto no será suficiente; también habrá que modificar las fuentes de energía. Es decir, ser neutro en carbono en 2050 significará una electrificación masiva de los usos y, por lo tanto, un aumento en el consumo de electricidad, aunque el consumo total de energía disminuya. Según el escenario de consumo de referencia presentado por RTE (escenario tomado de la SNBC[2]), la proporción de electricidad en el consumo energético francés pasará del 25% actual al 55% en 2050 (llegando a un total de 645 TWh). Y todo ello, con el reto de garantizar la disponibilidad de la suficiente cantidad de electricidad (garantía de seguridad de suministro).
Además del escenario de consumo de referencia comentado, RTE ha estudiado dos grandes escenarios alternativos más (y algunas variantes más): uno de “sobriedad”, que implica una reducción del consumo de electricidad en 2050 con respecto a la referencia del 14% (es decir, 555 TWh) y uno de “reindustrialización profunda” que implica un aumento de este de aproximadamente un 17% (consumo de 752 TWh en 2050). Pero ambas bajo la misma premisa: el consumo de electricidad aumentará en los próximos 30 años dado que la electricidad se convierte en el vector de transición energética.
La mayoría de los análisis hasta la fecha, afirmaban que este consumo sería plano y que, por tanto, si queríamos hacer sitio a las energías renovables, tendríamos que cerrar los reactores nucleares por simple sustracción. En este sentido el resultado de este informe ha supuesto un cambio de tendencia. Ambas tecnologías, nuclear y renovables, deben sumarse para alcanzar el objetivo, además el ritmo de despliegue de estas tecnologías tendrá que acelerarse considerablemente para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París.
Si bien la nuclear vuelve a tomar un peso importante en el debate ante la necesidad de aumentar la producción de electricidad, el envejecimiento del parque existente y la imposibilidad material de que la industria nuclear construya nuevos reactores antes de 2035 hace evidente que el desarrollo de las energías renovables es indispensable al menos durante la próxima década.
Incluso si los reactores de segunda generación prolongaran su vida útil al máximo (hasta 60 años) y si se desarrollan aceleradamente los reactores EPR o SMR, la producción nuclear no podrá alcanzar más del 50% de la producción máxima de electricidad francesa en este plazo. Por ello, en los seis escenarios de producción propuestos por RTE, las energías renovables se convierten en mayoritarias en Francia en 2050.
Así, los seis escenarios presentados por RTE pueden clasificarse en dos grandes familias: los “M” sin nueva energía nuclear, con un 100% de energía renovable en 2050 (para M0) o en 2060 (para M1 y M23), y los “N” con nueva energía nuclear, que representa entre el 26% y el 50% del mix eléctrico en 2050.
Entonces, ¿debería Francia reactivar la energía nuclear y retrasar el cierre de las viejas centrales? ¿O, por el contrario, debemos apostar por un 100% de energías renovables?
RTE no responde. Su estudio solo pretende arroja luz y objetivar el debate. Sin embargo, muestra una ligera preferencia por los escenarios “N” y la energía nuclear. ¿Por qué?
En primer lugar, a nivel técnico, ambas familias de escenarios presuponen que Francia tendrá la capacidad para afrontar este reto. Según los tres escenarios “M”: en 2050 la energía solar ocupará entre el 0,1% y el 0,3% del territorio (unas cifras parecidas a la previsión de los países vecinos pero que representan un crecimiento importante en relación con las cifras de la actualidad) y tendrá entre 15.000 y 30.000 aerogeneradores (frente a los 8.500 actuales). Aunque este aumento no supone un gran reto técnico ni económico para el país, si comparamos con otros países europeos como Alemania, Dinamarca o Reino Unido, actualmente Francia va muy por detrás en capacidad eólica (Alemania por ejemplo ya dispone de un parque de 30.000 turbinas). En cuanto a los escenarios “N”, Francia deberá lanzar un programa más rápido de construcción de nuevos reactores, es decir, un par cada tres años a partir de 2035. Y, además, operar el parque nuclear existente el mayor tiempo posible, ampliando su funcionamiento hasta los sesenta años.
No obstante, RTE advierte: “prescindir de nuevos reactores nucleares implica un ritmo de desarrollo de las energías renovables más rápido que el de los países europeos más dinámicos” (un ritmo de desarrollo más rápido que el de Alemania para las instalaciones solares y eólicas en tierra, y que el del Reino Unido para las instalaciones eólicas en el mar). Lo que indica que es: “un camino posible, pero muy difícil”, como recalcó Thomas Veyrenc, director de la División de Estrategia, Previsión y Evaluación de RTE.
Y, en segundo lugar, desde un punto de vista económico, RTE no nos deja lugar a dudas: en la actualidad, un mix que integre una parte muy elevada de energías renovables será más caro que un escenario con nuclear. Esto es debido a que las energías renovables requieren un despliegue importante de flexibilidades y redimensionamiento de la red (interconexiones, almacenamiento hidráulico, baterías y centrales térmicas de hidrógeno, gestión de la demanda) que hacen aumentar el coste total del sistema por encima del de las nucleares (pese a que éstas tengan en la actualidad un coste individual mayor).
En definitiva, el operador parece inclinarse más por los escenarios “N”, como comentaba Xavier Piechaczyk, presidente de RTE, en su entrevista al L’Express tras la publicación de este informe: “la solución más económica sería mantener la energía nuclear en funcionamiento y aumentar el desarrollo de las energías renovables más maduras”.
Ahora bien, sin perjuicio del escenario que se tome finalmente, RTE recomienda al Gobierno la creación de un marco público sólido para reducir el coste adicional asociado a las flexibilidades de las renovables, presentes en todos los escenarios, mediante el refuerzo del nuevo circuito de suministro y la creación un sistema de hidrógeno bajo en carbono.
En paralelo a la elección de los escenarios de producción, lejos de lo que muchos expertos se temían, el estudio concluye que lograr este sistema eléctrico 100% bajo en carbono para 2050 no hará que la factura del consumidor se dispare. Aunque el coste global por megavatio-hora puede aumentar, las proporciones son manejables (en torno al 15% sin inflación).
El coste de inversión inicial es elevado (se necesitarán entre 750 y 1.000 millones de euros anuales a lo largo de 40 años). En cambio, la descarbonización permite crear un sistema con costes operativos muy bajos. En consecuencia, la mejora de la balanza comercial para Francia será inmediato, pues importa grandes cantidades de combustibles fósiles. Además, liberados de la volatilidad de los precios del gas y el petróleo, el coste de la energía será más estable, asegura RTE.
A pesar de que uno de los objetivos de RTE con este informe era el de objetivar y calmar el debate “renovables versus nuclear”, parece que no ha sido así. Por ejemplo, por un lado, Cérémé[3], un grupo de reflexión que defiende un uso más amplio de la energía nuclear respondió a la publicación: “Los 6 escenarios presentados tienen en común el aumento de las energías renovables intermitentes en el mix energético, en detrimento de la energía nuclear. Esta elección acabaría empeorando la huella de carbono de Francia, ya que la intermitencia debe compensarse con el uso de combustibles fósiles controlables, como el gas o el carbón, que emiten grandes cantidades de CO2[4]”. Por otro lado, la asociación Negawatt y la Agencia del Ministerio de Transición Ecológica también presentaron sus propios escenarios, ambos más sobrios y con menos energía nuclear. Luego, lo que sí parece claro, es que la publicación del informe completo no pondrá fin al debate.
El estudio completo de RTE se publicará en el primer trimestre de 2022 y contendrá, entre otras cosas, un cruce detallado de los distintos escenarios de consumo y producción presentados en este informe de principales resultados. Asimismo, una vez que se hayan adoptado las directrices sobre la estrategia energética-climática francesa, RTE recomienda que los distintos escenarios y futuros posibles se actualicen en un plazo de 5 años.
Comparando la estrategia francesa con la de sus países vecinos, aunque en varios países europeos existen estrategias basadas en la electrificación y en un sistema 100% renovable, muchos estados están considerando complementos a la producción local de energía renovable. La estrategia de Alemania depende en gran medida de las importaciones de gas a corto plazo y de las de “hidrógeno verde” a largo plazo; varios países ribereños del Mar del Norte se plantean seguir utilizando combustibles fósiles en combinación con la captura y el almacenamiento de carbono (CAC); mientras que el Reino Unido, Estados Unidos y China están emprendiendo nuevos programas nucleares para complementar las energías renovables.
Esta complementariedad se refleja en los escenarios de la Agencia Internacional de la Energía y la Comisión Europea. En particular, el último escenario “Neto Cero” (ZNE) de la AIE moviliza la energía nuclear o la CAC, aunque sigan siendo minoritarias (véase el artículo de HES publicado en julio de 2021 para más información sobre el informe de la AIE).
En conclusión, el desafío climático es inmenso y aún hay mucho por hacer: descarbonizar los usos, electrificar la economía, adaptar y redimensionar el sistema eléctrico, concretar la política, definir un marco regulatorio apropiado, etc. Para avanzar, hay que adoptar orientaciones sobre la futura combinación de electricidad urgentemente; sin embargo, la publicación llega en un momento en el que el futuro energético de Francia está en el centro de los debates en vísperas de las elecciones presidenciales de 2022, en particular sobre la espinosa cuestión de la energía nuclear. No obstante, siguiendo con la analogía gastronómica, habrá que poner toda la carne en el asador si queremos llegar a tiempo para cumplir el objetivo de neutralidad de carbono para 2050, o la reducción del 55% de las emisiones para 2030 que planea la Unión Europea. ¡No hay tiempo que perder!
Paloma Hepburn
[1] https://www.rte-france.com/en
[2] SNBC («Stratégie nationale bas-carbone»): significa «Estrategia Nacional de Baja Emisión de Carbono». Se trata de un documento que sirve de hoja de ruta para alcanzar la neutralidad carbono y que es publicado por el Ministerio de transición ecológica y solidaria francés. Se reevalúa cada cinco años. La última versión fue publicada en 2020 y establece el marco de referencia de “Energy Futures 2050” de RTE.
[3] Cercle d’Étude Réalités Écologiques et Mix Énergétique
[4] Comunicado de prensa del 24 de octubre de 2021: Futuros energéticos 2050: el Cérémé alerta a los franceses sobre las orientaciones presentadas en el próximo informe de la RTE y propone un escenario alternativo que es mejor en todos los criterios retenidos